La huella ecológica se define como el total de superficie ecológica productiva necesaria para producir los recursos consumidos por la actividad humana, así como la necesaria para absorber los residuos que genera, independientemente de la localización de estas superficies.
La filosofía de cálculo de la huella ecológica parte de los siguientes aspectos:
Para producir cualquier bien o servicio, independientemente del tipo de tecnología utilizada, se necesita un flujo de materiales y de energía, provenientes, en última instancia, de sistemas ecológicos o del flujo de energía directa del Sol en sus diferentes manifestaciones.Se necesitan sistemas ecológicos para absorber los residuos generados durante el proceso de producción y el uso de los productos finales.El espacio es también ocupado con infraestructuras, viviendas, equipamientos … reduciendo así las superficies de ecosistemas productivos.
Aunque este indicador integra múltiples impactos, hay que tener en cuenta entre otros, los siguientes aspectos que subestiman el impacto ambiental real:Aunque este indicador integra múltiples impactos, hay que tener en cuenta entre otros, los siguientes aspectos que subestiman el impacto ambiental real:
Derivado del petroleo, mezcla de numerosos hidrocarburos parafinicos, aromáticos y compuestos heterocidicos que contienen azufre, nitrógeno y oxigeno solubles en sulfato de carbono, a esta mezcla se añade áridos para conformar los parámetros que conocemos.
Su huella ecológica es enorme, Primero en su fabricación con las refinerías, en las que la eliminación de los hidrocarburos livianos en la refinerías genera contaminación muy alto y variado, luego ésta resina bituminosa debe ser transportada desde la refinería hasta la planta mas cercana a la zona que permiten desde su mezcla con áridos y luego volver a transportar hasta la carretera a realizar, mas tarde, la erosión por uso o por condiciones meteorológicas contaminan la zona adyacente a la carretera, y mas tarde si hay que retirar el pavimento para llevarlo a una planta de reciclaje
Cada año la industria del hormigón emplea 1.6 billones de toneladas de cemento, 10 billones de toneladas de roca y arena y un billón de tonelada de agua. Su uso acarrea unos grandes costes medioambientales; además de la energía consumida y del CO2 liberado, la actividades mineras necesarias para la obtención de la roca caliza favorecen la destrucción de ciertos hábitat, así como la liberación de contaminación del aire y agua.
Los áridos gruesos y finos suponen entre el 60 y el 75% del volumen del hormigón. Las gravas y arenas suelen extraerse de canteras o dragados, de lodos marinos o ríos, lo que supone una alteración del hábitat y la creación de polvo, además de su impacto ecológico y paisajístico. El transporte del hormigón implica gastos energéticos generados por los camiones en su transporte a obra.
El material de desecho y el material sobrante deben ser transportados a una planta de reciclaje, con el consiguiente impacto medioambiental.
La huella Ecogógica del BATISOLID CMB42 es un preparado ecológico consolidante estabilizante pigmentado CMB42 esta compuesto de ligantes hidráulicos como la cal, cemento blanco o cal hidráulica, aditivos naturales inertes filosolicatos, caolitina, montmorillonita y neosilicatos y pigmentos orgánicos determinados que garanticen la mimetización con el paisaje.